De lesa actividad...

Haciendo un juego de palabras con el tristemente conocido "de lesa humanidad", se me ocurrió reflexionar sobre todo lo que está pasando. Cuando un crimen se considera de lesa humanidad, es porque ha sido tan terrible que ha agraviado o lastimado a la esencia humana en su conjunto. De allí que las condiciones a las que hemos llegado agravian a la actividad docente en su conjunto, y en particular a la FADU. La situación subjetiva de cada individuo hace que los límites de la solidaridad propia se fijen de maneras diferentes. Mis propios límites en cuanto a solidarizarme con diferentes causas serán diferentes a los de mis amigos, compañeros, etc. Si se realiza un paro de actividades porque hay compañeros cercanos, de la misma facultad o universidad a los que se les imponen condiciones casi humillantes, adherir implica otra cosa. No es sólo solidaridad, es defensa de la actividad. Defender la actividad es quererla. Dar clases en la universidad significa pertenecer a uno de los aspectos más positivos de la herencia occidental: generar saber, distribuir saber. La universidad como tal se propone el acceso al universo de conocimientos del hombre. Y difundirlos. Caso extremo es nuestra universidad pública, que con mil errores aun se mantiene en pie, e intenta que su acceso sea libre y lo más destrabado posible (en cuanto a lo que le compete, en otras cosas no puede, ya sean económicas, sociales, etc).
No entender que las condiciones indignas de un solo docente en la FADU es un problema de la docencia, es contradecir ese principio básico que le da sentido al enseñar. Pensar que es problema del otro es un pecado imperdonable para un ser universitario. Porque se funda en el principio básico de la alienación: "doy clases, en presente continuo" y no: "soy parte de un devenir complejo, de diferentes actores y procesos, de subjetividades, de construcciones". Cómo se puede dar clases de diseño si desconocemos el principio básico de la Gestalt???
Esto no es un lamento apocalíptico. En esta movida hemos descubierto actitudes gratificantes, muchas, al menos a mí, me han hecho crecer. Otras, me han mostrado que la miseria no es sólo patrimonio de la política nacional. Habita los claustros de la FADU y de la UBA con una salud igual de fuerte que en las oscuras trenzas de los arreglos políticos.
El argumento paupérrimo de no parar porque no es efectivo es tan falaz como deprimente. Sin un mínimo análisis ni interés, ha sido sostenido por personas que después se pararán frente a una clase y enseñarán y evaluarán alumnos. Después, cuando explote alguna de las crisis cíclicas que se desatan en este país se rasgarán las vestiduras y preguntarán: porqué? Pero para que existan malos debe haber cómplices. El desinterés es complicidad. Cuidar la quintita es complicidad. Pretender que el show siga es complicidad. Y si el show no siguiera?
No creo que la única solución sea el paro. estamos explorando otros caminos, otras alternativas. Pero sí es la medida que se ha votado en un intento legítimo por aunar voces y voluntades. Desconocerlo, intentar minimizarlo, deslegitimarlo es un acto vil. Ser cohercitivo con los colegas, es un acto vil. Y si esos colegas son de menor rango académico es aun más vil. Porque no es lo mismo morderse la lengua por miedo que por desinterés. Los procesos se construyen con pequeños actos, de a poco. No es bueno alguien porque no robe un millón de dólares (cuando no tiene la posibilidad!). El acto ético son las pequeñas defensas de los espacios comunes. Aquellos que habitándolos y honrándolos, podemos hacer de este lugar, un mejor lugar para vivir.

Saludos a todos
Pablo Salomone