foco

El principio de funcionamiento de las lámparas incandescentes es interesante, siempre me pregunto (a esta altura muchos pensarán que soy hábil para preguntarme cosas pero no para responderlas) cómo alguien llegó a inventar semejantes cosas, tan simples por lo menos en la cantidad de elementos pero tan ingeniosas también. Básicamente una bombita de luz incandescente genera luz visible mediante un metal que al ser sometido a la corriente se calienta, y al hacerlo literalmente se 'quema" produciendo el milagro de la luz. Este proceso se repite una y otra vez cada vez que encendemos la luz. Es decir, que la luz ocurre por un proceso de aguante, la luz se genera por el aguante del filamento de un metal con nombre de club de fútbol alemán o austríaco. Hay otros condimentos en este proceso, como que esto ocurre en el vacío y demases del mundo de la electrotecnia, pero el del filamento me llamó la atención, porque puede pensarse a la función docente de la misma manera. Los docentes en nuestra sociedad parecen ser tratados como elementos a generar conocimiento a base de soportar tensiones hasta no poder hacerlo más. Muchas veces lo hacen en un vacío absoluto, vacío de proyectos educativos, vacío de asistencia, vacío de cualquier retribución no únicamente monetaria. Igualmente lo que más me llama la atencíon del funcionamiento de una lamparita con respecto a lo que ocurre particularmente en la FADU, donde algunos paramos, otros siguen dando clase, otros ni dan clase ni paran es que la muerte de una bombita se da al cortarse el filamento, al soprepasarse la tensión o por el motivo que fuere el filamento se corta, y con esto no hay más luz. Y en la facu este filamento está cortado o roto hace tiempo. Esto es lo más oscuro que nos puede pasar. Nuestra facultad está a oscuras, no solamente por ese insoportable sistema que regula la luz con sensores de movimiento, sino por la falta de unidad. Varias de las actitudes en este blog son un reflejo de eso. También porque los diseñadores muchas veces ponemos el foco en el lugar equivocado, a veces por miserabilidad, otras por ignorancia, otras porque nos cuesta dejar de mirar nuestro ombligo y no dejar de querer que nuestras madres nos den atención. Muchas veces pienso que un diseñador estando en el Titanic que se hunde, le ofrecen uno de los pocos chalecos salvavidas que quedan, y el tipo lo rechaza pues no lo combina con el color del traje.
Por Juan Miranda y Vanesa Maciel